domingo, 25 de marzo de 2007

El reto

Lo más difícil que tiene la vida es vivirla, aunque suene como un cliché, la mayor parte del tiempo el piloto automático está encendido y sentimos, pensamos, percibimos como la sociedad lo ha definido durante años, lo peor es que dejamos pasar el tiempo sin apreciar realmente cada microsegundo, que se va y no vuelve.

La tarea de esta semana no resultó sencilla, el estar conciente de que soy conciente en todo momento es más difícil de lo que se puede imaginar, al principio supuse que lo lograría inmediatamente, pero con el transcurso de los días el poder de la pasividad me jalaba y encendía el piloto automático, una vez más.

Y es que si de algo me di cuenta en esta semana, es de que para lograr ser conciente de cada momento se requiere una dosis excesiva de pasión, pasión por el AHORA, por el microsegundo que va pasando y que no vuelve, es ahí donde la mayoría de la gente, y me incluyo, se pierde y no vuelve.

La pasión no sólo implica disfrutar el momento, sino dejar atrás mil y un recuerdos e instantes que, si bien siempre estarán en tu mente, no deben formar parte ni obstaculizar tus sentidos para que puedas palpar la realidad. Esto es lo más difícil.

¿Cómo dejas atrás lo que te ha convertido en lo que eres?, ¿cómo minimizas los recuerdos y sensaciones del pasado? Y, lo más importante, ¿cómo no pensar en lo que viene adelante?, sobre todo cuando es de antemano sabido que para llegar a un punto es necesario tener la mirada fija en él.

Pocos fueron los momentos concientes en esta semana, pero el impacto fue grande, de pronto te das cuenta de que las cosas no son tan simples como lo habías creído y, aunque sea por un instante, vives en verdad, te reconoces a ti mismo no dentro de una sociedad prejuiciosa y robotizada, sino como un individuo capaz de establecer una relación independiente y palpable con su entorno.

Ser conciente de la vida que pasa te permite dejar de ser la víctima del tiempo y te convierte en su manipulador: tu controlas el instante que vives, no te rebasan los minutos y no te flagelas por lo hecho o no hecho, eres conciente de tus actos y sus consecuencias.

Los focos rojos se encienden cuando apagas la conciencia, en este momento te mueves para dónde la corriente te lleva y, sin más ni más, permites que la mente se llene de cosas que obstaculizan tu visión.

Repito, el reto no es fácil y el enemigo más fuerte es uno mismo, esta semana tuve mis victorias y mis fracasos, pero la victoria más grande es que ahora soy conciente de que debo ser conciente de que soy conciente.

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